Todo va muy lento, nadie quiere asumir los costes de la crisis, por
ello, el propio mercado como “la muerte con su guadaña” va cortando
cabezas según convenga.
La plaga es muy violenta. Muchos comerciantes, con los
establecimientos vacíos, aun no se han dado cuenta de que mantienen los
precios pre-crisis. El problema es que muchos no tienen margen para
bajarlos ya que cuentan con mercancía comprada a precios de boom
económico y aguantan como pueden hasta que llega el momento de cerrar.No se adaptan a la situación o no pueden.
Se supone que para vender algo tienes que ponerlo al precio que los demandantes están dispuestos o pueden pagar por él.
Pero nadie quiere ser el primero en bajar los precios, sin embargo ahora mismo puede ser el camino de éxito. El que absorba la poca demanda existente a precios justos y a la altura de la situación puede acabar con la competencia en un golpe de mano.
Los consumidores siguen con las mismas deudas y aun encima tienen cada vez menos ingresos para pagar (paro, bajadas de sueldos, más impuestos). Esto significa menos consumo.
Las empresas tienen un nivel de endeudamiento del 134% del PIB y los hogares del 82%. Esto va para muy largo.
El bar de enfrente aun vende el zumo natural a precio de antes de la crisis. Son pequeños detalles, pero “el pequeño detalle marca la diferencia”, ” el diablo está en los pequeños detalles”.
Ya nada volverá a ser como antes de la crisis. Es más, el que haya sido capaz de escapara a la fiebre consumista en el BOOM que hemos vivido, ahorrando en vez de gastar, y sepa esperar el momento adecuado, se va a hacer de oro.
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