Si les digo que a pesar de la posible salida de Grecia del euro, de la
desaceleración económica en China y del posible contagio a la economía
de EE.UU., hay uno de los más reputados analistas financieros mundiales
que cree que las bolsas (sobre todo la de EE.UU.), podrían multiplicarse
por diez en los próximos años, ¿qué me dirían?
Posiblemente que el rápido cambio de
temperatura me ha afectado gravemente. Pues no, de hecho eso es
precisamente lo que defiende Philippe Gijsels, jefe de investigación de
BNP Paribas Fortis. Gijsels señala que “estamos ante el mayor
experimento en la historia financiera. Un experimento del que nadie
realmente puede adivinar las consecuencias. Simplemente, no hay punto de
referencia”.
Hasta ahora este analista trabajaba en el supuesto que una nueva
tendencia alcista de ciclo sólo se podría iniciar una vez que el mundo
se hubiera librado de sus montañas de deuda.
Gijsels ha analizado cuatro periodos clave de la historia para intentar
entender cómo el proceso de desapalancamiento podría afectar a los
precios de las acciones:
Si nos remontamos a principios del siglo 20, se pueden distinguir
cuatro períodos de largo plazo. Y no les llamaré invierno, primavera,
verano y otoño. Primero se desarrolló el periodo desde el gran crash de
1929 hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. Durante este periodo
no se hizo ningún progreso en los mercados de valores. Después tuvimos
el periodo de reconstrucción después de la guerra, y los “dorados
sesenta”, donde el Dow Jones se multiplicó por 20 en un plazo de 20
años.
Luego vinieron los años 70, con un aumento de la inflación y la crisis
del petróleo, dando lugar a una década de bajos retornos en el Dow. Al
final del periodo, en 1982, el Dow de Industriales se situaba en los
1.000 puntos, el mismo nivel que a principios de 1966. En términos
reales, el rendimiento era aún peor, ya que los altos niveles de
inflación provocaban una rentabilidad real muy negativa.
Luego tuvimos el mercado alcista más fuerte de la historia, desde 1982
hasta 2000, cuando estalló la burbuja de Internet. En esos años el Dow
Jones se multiplicó por más de 13 veces.
Desde el año 2000, la rentabilidad del mercado ha sido golpeada por una
serie de crisis, que en realidad son la misma, es decir, una crisis de
deuda. La consecuencia de que simplemente hay demasiada deuda en el
sistema. Cada vez que los bancos centrales inyectan liquidez a través de
recortes de tipos, flexibilización cuantitativa, o operaciones de
financiación a largo plazo, vemos una breve recuperación, que se
tambalea con la misma rapidez con la que se demuestra que el repunte del
crecimiento es insostenible.
La mala noticia es que aún nos encontramos lejos de terminar la actual
crisis, pero cuando lo haga, habrá un regreso masivo de los inversores
al mercado. Porque si la historia una vez más se repitiera, y los
mercados de valores volvieran a su patrón de un aumento de diez veces en
un período de 25 años, la siguiente cifra mágica sería el Dow Jones en
los 100.000 puntos. Suena espectacular. Sin embargo, este es el
movimiento que hemos visto dos veces en los últimos 80 años.
Todo esto está bajo la suposición de que podamos acabar con los
dragones que nos acechan en el próximo par de años, y que Occidente
tenga más o menos éxito en mantener su posición en el futuro. De lo
contrario, tal vez deberíamos hacer este ejercicio para el Bovespa, el
Sensex, o el mercado chino.
Un buen número de oportunidades se nos presentan en los próximos meses y
años. Sin embargo, de no creer en el progreso y en la inventiva humana,
sería realmente pesimista.
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