Cuando Europa se vio afectada por la crisis financiera, Irlanda se convirtió rápidamente en un destino predilecto de los fondos buitre. El
exceso de crédito registrado en el país y el colapso bancario posterior
hacían suponer que abundaban los activos baratos. Muchos de estos
fondos consideraban que las perspectivas económicas de Irlanda eran más
favorables que las del resto de países de la periferia europea.
Sin embargo, a pesar de la efervescencia
inicial, los acuerdos que se cerraron fueron más moderados de lo
previsto, señala en un artículo Financial Times. Nama, el banco
malo de Dublín, ha vendido algunos de sus mejores activos, pero aún
tiene otros por valor de decenas de miles de millones de euros que han
suscitado muy poco interés.